Estoy de vuelta en el blog, ¿por qué? Porque me gusta escribir y conecto de nuevo. Lo dejé un tiempo, aunque he ido leyendo vuestros comentarios y me he ido dedicando a contestaros, muchas gracias por leerme. Espero haber servido con el blog de estímulo para estar mejor y quereros mejor.
¿Por qué me aferro a un recuerdo? ¿A su recuerdo? Pues mira, unos dirán por amor, por costumbre, por masoca, por tonto o tonta, porque no vas sobrado de peña, por primer amor, por último romance, porque nadie más te hizo caso, por patada en el ego… bueno, la verdad que un poco de todas y una en especial según tu herida. Y podría profundizar en todas ellas.

A mí me ha pasado el aferrarme a un recuerdo y no soltarlo como un perro a su hueso y, realmente algunas de esas han sido motivaciones molonas como para entretenerme en el recuerdo “de su amor” como dice la canción “Y no me crees”.
Ahora bien, ¿sabéis cuál es el mayor motivo por el que yo no he soltado un recuerdo? Y no es ninguno de esos en su base. Y digo mi propia experiencia porque no soy un oráculo, hablo desde mí por si os puede servir… Y tachán!
Pues he estado entreteniendome con el huesito de marras porque no quería perder esa parte de mí que se llevaba consigo. Ese sentimiento o esa forma de querer y por qué no, la manera de presentarme ante el mundo con un “yo soy … (X)”, una etiqueta que te da algo especial y te hacer ser quien eres. Pues bien, cuando eso se va muriendo o desaparece de la faz de la tierra, se va eso que eres. Eso es lo que erróneamente crees que ocurre, que con él o ella se esfuma aquello que eres; es decir y resumiendo un kilo de idas de olla, que te mueres un poco.
Y un poco es así, valga la redundancia. Mueres un pelín porque aquello que creías ser ya no es y, aquello que creías tener para siempre, ni te cuento. Pero como escuché una vez, nuestra capacidad de querer y de volver a generar eso, aún existe.
Parece que se derrumba tu universo, crees que tu vida ha sido una farsa interpretada, que te han tomado el pelo pero bien, que has sido la tonta del bote oficial, que te has quedado desnuda emocionalmente y te falta algo en cada momento y vas como un poco huérfano/a.
Pero esa persona que te arrebata “vilmente” lo que creías ser y te deja de regalito un recuerdo chungo no se lleva consigo tu amor, afecto, característica o forma de ser y estar en el mundo, no te roba tu esencia.
Ni se lleva ni te has llevado nada, solo y como mucho tu palmito de sirena pero nada más. No te ha robado tu corazón, ni tu capacidad de amar, ni tus experiencias…
Cuando sepas que puedes volver a ser eso que eras porque nace de ti y no de esa persona, es cuando ese escenario volverá a ocurrir. Quizás con otra/s personas, con otros nombres, otros afectos pero nacerá de nuevo porque estaba en ti, eso nunca, nunca se marchó. ¡Ahí lo dejo!
Por todo este tiempo dedicado a leer este artículo viral, te regalo un test donde puedes evaluar tú misma si tienes tendencia a relaciones tóxicas debido a un patrón afectivo disfuncional que te bloquea a la hora de hacer pareja.
Si te ha interesado este artículo, te dejo el link a la formación para encontrar pareja sana que impartiré en octubre de 2021.
Deja una respuesta