Podría decir que la “aceptación” es una parte del duelo, una de las últimas para superar una ruptura amorosa o de cualquier tipo (técnicamente amorosa lo es siempre 🙂
Todos sabemos que primero existe la negación donde no quieres ver qué pasa, luego la rabia donde no aceptas lo sucedido y te devuelves contra el mundo y contra esa persona, luego la pena inmensa y luego…la aceptación. Para mí, aceptar no es cerrar el ciclo del todo, pero casi.
¿Por qué no acepto la ruptura? ¿Es por amor? ¿Es por odio? ¿Es porque no sé aceptar las cosas y tengo baja tolerancia a la frustración? ¿Porque no he encontrado a alguien mejor que lo/la sustituya?

Siento confesarte que no es por nada de eso. Sé que quieres a esa persona. No dudo de ese amor profundo como el océano y de su sensación de océano…pero no es por sentimientos.
Aceptar o no aceptar, no depende de cuánto amor tengas hacia esa persona. No aceptas cuando dejas de querer, ¡qué mérito tiene eso!
Aceptar conlleva mucho tiempo y más, si eres una persona que tiende al apego como yo. Si no fueras así no estarías leyendo esto.
Te resistes a la pérdida por dos cosas importantes que no tienen que ver con el amor en sentido estricto: con esa persona se va una parte de ti y sin esa persona emerge “psicológicamente” un mundo nuevo para ti.
Sí, no es más que la sensación doble de que sin esa persona amada o querida se va con ella una etapa y, aunque la etapa sea peor que un sueño de Freddy Krueger, es lo conocido.
Si has querido mucho a alguien y ha significado más, se va una etapa. En sentido real, no es que se vaya nada, trascurre en evolución tu vida y la suya tal y como estaba marcado en el momento de conocernos, como vuestras almas pactaron. Pero claro, cuando te conoces no dices: “Hola, me llamo Fulanita, encantada, mi alma ha pactado con la tuya 5 años de amorosa relación y luego ni me saludarás por la calle”.
Y aunque sepas eso, ¡por Dios no vayas presentándote así!, que entonces sí que te dejará de saludar ¡pero al momento y con razón!
Dejar atrás a una persona entraña la sensación (real) de dejar atrás una parte de tu vida. Y eso es difícil de llevar porque significa cambio, significa crecer, dejar morir cosas y parir otras. La mayoría de veces, se solapan. Pierdes algo y al momento nace algo. A muchas personas y a mí misma me ha pasado que, al acabar una relación han acabado otras y, nacido otras al momento.
Que hay un componente de llenar un espacio, puede, pero la realidad es que emerge un nuevo mundo a efectos de formas. Existe una evolución energética donde cambian esas formas, esa energía pasa a posarse en otras ramas pero, es la misma. La energía no se destruye, se transforma y una relación es energía. Así que, la pérdida de alguien significa la madre para engendrar otras cosas.
Luego, se va una parte de ti. Como ya habrás interpretado, no se va exactamente una parte de ti, se va aquello con lo que ya no conectas de ti. Es tuyo, sí. Pero conectas menos. Crees que se va esa persona pero, te has ido tú antes y por eso se va.
Piénsalo. Cuántas veces te han dejado o has dejado una relación del tipo que sea y luego te has dado cuenta de que, realmente, ya no te aportaba, no era lo que parecía, no había sentimientos mutuos, ya no te lo pasabas igual de bien, solo había problemas…todo ello se traduce en: no conectaba ya con eso que veía o detectaba un peligro y forcé un cierre. Puede traducirse en me dejó, lo dejé, hubo un alejamiento paulatino o simplemente, al otro día se esfumó. El caso es que esa parte de ti que te unía a esa persona se estaba marchando y lo mismo le pasaba al otro.
¿Pero qué dice el ego? ¡Mira lo que me ha hecho! ¡Es mala persona! ¡Me abandonó! ¡Creí que siempre estaría ahí y mira! ¡No me gusta como es! Y la realidad es que, todo eso, es resultado de falta de conexión.
Cuando conectas con alguien conectas porque lo haces con su mundo y eso es recíproco. Cuando no conectas, todo son problemas (choque de dos mundos solapándose). Puede ser un alma gemela para ti, que te venga a enseñar cosas de ti que no sabes o rechazas, que sea tu espejo. Eso es reflejo, sombra y cumple su función pero no es feeling, no es afinidad de valores y mundos.
Aceptar la pérdida es aceptar todo esto. No es resignarse. No es decir que es mala suerte o decir que sí, que lo aceptas pero estar odiando, maldiciendo o tomándote pastis.
Aceptar es ser coherente con tu evolución misma y la de esa persona. Sois catapultas para el alma del otro pero, sin conexión la catapulta os llevará a lugares no comunes, no necesariamente peores, si no más afines. Y quizás vuelvas a conectar o quizás no…
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