Normalmente diríamos que es por amor. Si alguien te preguntara por qué sigues con esa persona que te hace daño o por qué sigues queriendo que vuelva, lo típico de decir es que es por amor, porque estás enamorado/a, es el amor de tu vida etc.
Y seguramente y salvo casos de gente muy top en la materia del engaño, lo habitual es que te lo creas, que seas un ser humano como la mayoría y consideres que ese ser que te deja en visto, te provoca mal estar y migrañas y es el culpable de las desdichas del último año, es sin duda y a pesar de lo que te diga tu madre, tu alma gemela.

¿Por qué sigo atada a una persona que no me quiere? ¿Por amor? ¡Venga ya!, he visto pelis de Marvel con mi pareja y sus amigos más creíbles que eso.
Sigues atado a esa persona porque crees que no mereces nada mejor, porque te permite evadirte de ti mismo/a, porque crees que te hacía sentir de una forma que pensabas era gracias a él o ella y porque te identificabas con ese sentimiento.
Y ya no entro en la clave de todo, el intringulis que diría mi abuela, se trata de tus patrones afectivos y tus bloqueos a la hora de relacionarte, algo en lo que trato siempre en mis sesiones de coaching y formaciones porque son la base. Das por normal la falta de reciprocidad, respeto o aprecio, el rechazo está en ti y eso te hace atraer a una persona que responde así pero no te lo mereces. Un vínculo así te hace más mal que bien pero no lo ves porque, simplemente, es la costumbre.
Puede que me digas que es porque es una relación de años, con más poso que el café malo de los hospitales pero y aun medio dándote la razón en que el tiempo determina el calado de los vínculos en un porcentaje alto, te descubro sin miramientos que tiene más que ver con los daños que con los años.
¿Pero qué justificación le damos cuando nos obsesionamos con alguien de cuatro días o con una persona que va y viene de nuestra vida y, si lo pensamos un poco, lo hemos visto menos que a Santa Claus?
Lo que quiero con este artículo es relativizar el poder del vínculo. Que ojo, es muy bonito y permite a las personas poder amar y sentir más que la persona que no los valora. Hay una canción que Julio Iglesias le dedica a su ex Isabel Presyler y le dice: “Es más feliz quién más amó y ese siempre fui yo.” Hey… No vayas presumiendo por ahí.
Si estás leyendo esto, querido lector o lectora, es que estás en un momento de bucle por un ex o alguien del pasado que está en tus pensamientos, al que conoce ya medio barrio de lo que hablas de él o ella y del que tu familia está más hasta el gorro que los padres de Piqué con Shakira 🙂
No creas que esa persona cayó del cielo para darte el don de amar, ni que jamás en la vida encontrarás otro amor así o vínculo asá.
Bueno, matizando no. Porque tú crecerás y serás alguien algo distinto y esa nueva persona tendrá un historial (no hablo del clínico) diferente. No tendrá los mismos miedos, la misma familia, los mismos ex, ni el mismo tiempo de relación contigo, ni se dedicará a lo mismo y lo conocerás en un contexto diferente y … a otra edad.
Uno sigue atado a ese amor no correspondido porque no le corresponde, porque es inalcanzable y es tan esquivo como la talla M en rebajas.
Si una relación va bien, no precisas de pensar en su majestad todo el día; si la relación fuera normal y fluida, ese señor o señora no tendría tanto poder. Por lo tanto, lo que hace que magnifiquemos esa relación o persona es el sueño frustrado, lo que pudo ser y no fue, lo que eras con esa persona que crees que se quedó allí plantado.
Creo que es muy bonito valorar a las personas, darles espacio y no quererlas sustituir, no hay que olvidarlas porque hemos compartido momentos, nos han dado cosas buenas, la mayoría, de hecho, si lo piensas. Hemos aprendido a amar un poco más gracias a esa relación y ese adiós nos ha dado una lección y hemos crecido más. Si somos un poco sabios, usaremos eso para ser mejores personas, para intentar no cometer esos errores, en vez de atacar al otro y hacerle juegos psicológicos para que vuelva o se sienta mal.
Que nos ha hecho daño, pues hacemos el duelo de rigor, es lo que toca en casos de desengaño. Si uno tiene gripe toca caldito y si tienes desamor, toca pasar el duelo. Y no es un trámite, es doloroso y lo es aún más conforme avanza la sanación emocional y lo dejas atrás. ¿Da vértigo olvidar eh?
Una vez una persona con la que hablaba sobre un desengaño personal que tuve me dijo que pasar página conlleva como tres años. Una cosa es hacer el duelo y otra es que la persona no la tengas tan presente ya. Significar significará lo que tú quieras que signifique pero no estarás atado a él o a ella. A veces nos incomoda dejar atrás porque atrás se queda una etapa, una parte de nosotros, una edad, un testigo de tu vida o yo que sé. Soltar amarras no quiere decir que la orilla no exista, simplemente que zarpas con tu baquito hacia alta mar.
Si crees que estás atado a una persona… ¡este mes de marzo sale mi formación online grabada! ¿Quieres dejar de tropezar con la misma piedra? ¿Sufres por amor o te cuesta hacer una pareja sana? ¿Tienes un duelo que no te deja avanzar?
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