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MERI CAMATS

Coach para encontrar a la pareja adecuada, experta en patrones afectivos

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¿Cómo saber cuándo dejar de intentarlo?

20 octubre, 2019 por Meri Camats Leave a Comment

Esta es la asignatura chunga de la carrera del amor. ¿Cómo saber cuándo dejar de intentarlo? ¿Cuándo decir basta?

Cada persona es un mundo, cada situación un universo y cada umbral del dolor es muy particular.

Es una cuestión compleja, que no tiene un manual pero sí puedo dar una orientación, a ti que me estás leyendo, para saber cuándo dejar de luchar por alguien a quien quieres.

Ya empezando por el principio y siendo purista en el lenguaje, cuando tienes que «luchar» ya va mal. La has pifiado, amigo.

Si tienes que luchar como en una guerra sin cuartel para que te quieran o para mantener una relación que solo se sostiene por tu parte, ya te aseguro que es momento de hacer parada de burro.

Pero no voy a ser tan simplista y cada situación es especial. Cuando estás metido en el meollo del asunto no lo ves tan claro. Si estás metido hasta el fondo en una situación de poca fluidez con una persona, pareja o ser humano, te voy a contar un «pequeño secreto», como decía Scar a su querido sobrino Simba: Si te hace sufrir, es cuando hay que rendirse.

Y dirás, bueno muy bien pero yo sufro siempre por culpa de la indiferencia o daño de fulanito, ¿cuándo exactamente dejo de intentarlo?

A ver, cuando una persona tiene interés en mantener una relación contigo, lo sabes. Cuando un vendedor te quiere vender algo, lo sabes. ¿Y cómo se sabe? Simplemente, te busca.

Pero claro, esto de «te busca» hay que matizarlo como el poli Deluxe. ¿Te busca de forma intermitente cuando no tiene nada mejor o te busca porque te quiere en su vida? Premio, la segunda. ¡Como digas la primera, renuncio a ser coach de por vida!

Si una persona te quiere lo sabes, se intuye, se siente en el alma, el corazón está tranquilo y seguro cuando está cerca y cuando está lejos en ese momento.

Si te has de esforzar, no tira. Tú imagínate comprarte un pantalón y que no te quepa. ¿Verdad que no vas a estar tres horas en la tienda forzando que te entre? Pues eso tan tonto hacemos cuando insistimos donde no nos quieren.

Vas ahí dándolo todo y solo recibes desplantes. Soy la primera que lo he vivido y no diré que es dañino porque no hay palabras para describir esa sensación. Se te rompe el corazón, o eso crees. No se te rompe, se quita el velo y empieza a ver. La luz ciega tanto que hace daño al principio.

Puedes hacer listas de pros y contras, puedes dar ultimatum, puedes perseguir, chantajear, forzar, aguantar lo que sea por una migaja de afecto que no es más que atención (que te quitarán al rato).

Si quieres atención, vete por la calle en cueros gritando que viene el anticristo pero, por favor, no persigas a nadie en ninguna de sus formas.

Dejando la broma a parte, el corazón sabe perfectamente lo que hacer y cuándo. Soy defensora del intentar. Con el ego no vas a la puerta de la calle. Prueba, da cierta oportunidad, ábrete pero si sigue la cosa igual, como decía Scar: «Corre, Simba. Huye y no regreses».

El alma no se puede quedar con esa espina, así que intenta. Pero una vez probado, si has de mendigar, rebajarte o hacerte el ciego y sordo mudo ante lo que pasa, ahí ya estás ingiriendo algo que tu sistema va a rechazar de la peor de las formas. A nadie le gusta sentirse mal y, tu cuerpo lo sabe.

No tenses la cuerda porque se romperá igual. Si te empieza a doler, no dejes que tu corazón sufra. El dolor es normal, el sufrimiento nace de forzar las cosas y mantener muerto en vida algo que te quita el sueño y sabes tiene fecha de caducidad.

Sé que es muy pragmático y tu corazón no quiere vivir esa pérdida (y ninguna a ser posible) pero si tienes que forzarlo, ya lo estás perdiendo. Si se ha de terminar, que sea con dignidad. Que tendrás mucha pena, por supuesto, no engaño a nadie; pero tu dignidad vale más que tu pena.

Filed Under: la ruptura amorosa, quererse a una misma, Sin categoría

Meri Camats

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