Sé que es algo muy común, por experiencia propia lo digo. No es fácil aguantar el tirón de una fecha señalada tras una ruptura, haga el tiempo que haga. Una fecha complicada no tiene por qué ser una fecha bonita, en la que haya un recuerdo común bonito. Puede ser un día fatídico que marcó una etapa en tu vida o una tarde de domingo cualquiera donde tuviste un palpito o sentimiento extraño que hizo mella en ti y, a raíz de ello tu perspectiva del amor o de esa persona concreta, cambió.
Entiendo que el primer año huyes de esas fechas tan ideales como alma que lleva el diablo. Es normal y hasta sano no cantar mantras ni poner escritos de Facebook recordando aquello por lo que noches lloraste desconsolada. Es normal que no quieras resaltar ese día y te lo dediques a ti. A tu duelo o a tu nostalgia.
Cuando llega un día cuya misma fecha te evoca un recuerdo negativo en cuanto al amor se refiere, hay que parar las maquinas. No hace falta salir como una posesa en búsqueda de quehaceres mejores que nos distraigan sin orden ni concierto. Lógicamente no hay que hacer un altar de tu pena, pero es más que sano darle espacio a la misma.
En la vida de una cabe todo, nuestra alma es un contenedor donde podemos meter todo lo que queramos y, debiéramos ver natural introducir en ese contenedor también la basurilla. Todo es parte de la vida vivida y parte de crecer. Obviar esas fechas como quien gira la cara a una ex compañera de colegio que te caía mal y la ves venir por la calle, es un craso error. Hay que darle espacio sin regodearse en el calvario chino que a bien seguro viviste junto a esa persona o junto a su ausencia, ambas cosas igual de dañinas y difíciles de explicar.
Si es “el día de” rindamos homenaje a esa fecha, pues si es tan importante como para recordarla y hacer la cuenta atrás, lo es también para agradecerla. Sí, has leído bien. Un buen paso es agradecer a ese día sin igual por existir y hacerte ver lo que no querías, por dejarte contigo aunque fuera a la fuerza, por salir de donde estabas por la puerta grande, por el aprendizaje que entrañaba la experiencia, por reconocer tras ese día a los verdaderos amigos, por saber hasta dónde sufre tu familia por ti, por saber un poquito más de los miedos humanos, por sacarte la venda de los ojos, por romperte esquemas absurdos, por sacarte del Hollywood que te venden las pelis, por permitirte ser tú, por darte la lección de tu vida que te ha permitido ser feliz después, por la paz como resultado del desastre, por la vida bien vivida y por la pena exprimida hasta el máximo para no tener que volver a ella.
Es un día distinto en el emocional pero la vida seguirá. Tendrás que hacer tu vida diaria como ayer, ver a la misma gente, ayudar a los demás, trabajar, no descuidar a los tuyos, hacer las tareas del hogar, peinarte y vestirte y dormir medianamente bien. La vida no se parará por la fecha señalada de turno. Es más, no debiera parar. Es bueno que siga, que no te frenes por ello. Dale espacio, dale hueco al recuerdo, pero no te instales en él atrincherada. Si quieres, date unos minutos de nostalgia (te recomiendo a solas), no lo hables con casi nadie, pues poca gente te va a entender y el chascarrillo seguro lo conocen al dedillo ya. Transitalo pero asúmelo. No es resignarse, no es maldecir, es simplemente gestionar. Ese recuerdo lo llevas en el alma hace tiempo, ese momento lo recuerdas habitualmente, no cambia nada. No hace que su recuerdo sea más vivo ni menos, simplemente es una fecha.
La parte emocional no la da el día si no tú. La carga negativa es tu esquema mental, es tu ego el que la sustenta. Cuando uno se aferra al bucle sufriendo es porque no quiere soltar. Tu corazón sabe bien donde está y le va de perlas desde que soltó, permítele recordar también por qué soltó.
Sí, es el día de…pero ¿y qué?
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