Como dice la bonita canción de Alejandro Sanz: “Vuelve pronto, te esperamos, mi soledad y yo”. La soledad es una mujer difícil de sentir pero fácil de tratar. He visto a personas llorar por la sensación irreal de soledad, teniendo entorno, familia, amistades, pareja y hasta un perro.
No sabría definir lo que es la soledad cuando así se siente. Imagino que sería algo así como una compañera que no se despega de ti y sin embargo es invisible. Se han escrito canciones acerca de la soledad y sus devastadoras consecuencias y aún así es un misterio.
Todos nos sentimos solos en algún momento, en muchos varias veces, y sin embargo, hay quien cree que está solo en el mundo y quien se sabe uno con la vida y entiende que, a lo mejor, le falta algo pero no todo.
La melancolía es genial para escribir los versos más tristes esta noche, como cita Neruda, pero no es muy productiva. Sentirse solo en la vida es estar vacío de uno mismo, es no poder llenar de sí mismo el hueco que deja su propia ausencia.
Nunca me he sentido sola en la vida, y no es que no haya tenido motivos para sentirme así, pero siempre ha existido en mi vida un ángel o más de uno que han aparecido cuando más los necesitaba. También ha ayudado que tengo un repertorio de aficiones y un mundo interno que ya lo quisiera Narnia y Almodovar para sus películas.
Sé de buena tinta la sensación puntual -a veces extendida, en una época dorada- de lo que es la soledad. Pero es una sensación, un regomello que te corroe por dentro y no es más que eso, no es una realidad objetiva la mayoría de las veces.
Hay personas rodeadas de gente que se sienten solas, otras están solas y se sienten acompañadas por un recuerdo o un familiar que les acompaña desde arriba, y otras tienen su mini entorno estable al que no valoran o del que no se sienten valorados.
Si hay amor dentro de ti no puede haber soledad. Te puedes sentir enfadado, decepcionado, asqueado o incluso triste; la soledad es entender la vida como una red de casualidades y a ti como un náufrago a la deriva.
En mi vida personal y como coach emocional he visto frases y miradas de todo tipo que denotan soledad. Y posiblemente no es algo palpable pero está merodeando como una sombra en el ambiente.
¿Y cómo combates la soledad propia? ¿Y la ajena? La soledad ajena es imposible de llenar. No puedes verter en un corazón que se siente solo más compañía que la que te dirá que no recibe. Y la propia la puedes llenar de ti. ¿Y cómo se hace eso de llenarse de uno mismo? ¿A caso venden botellas de agua de uno mismo para llenar?
Es muy simple, las dos palabras mágicas son: Agradecimiento y silencio. Si agradeces lo que está en tu vida, en la forma y modo en la que está, ya estás abriendo la puerta a algo nuevo y afianzando lo existente.
Y el silencio sirve para entrar en ti, en tus cosas, en tus entrañas tan ajenas de ti que buscan otras entrañas que devorar.
Agradecerle a la soledad su presencia puede salvarte, te permite valorarte y valorar la compañía que puedas tener “de otras gentes” que diría Julio Iglesias.
Silenciarte cual móvil en reunión, también es buena cosa. Te callas por un rato, mandas callar esa voz interna que juzga esa sensación como mala y entiendes que si hay un momento de “menos compañía” es por algo, para aprender una nueva forma de amar partiendo de ti y no del resto.
La concepción que yo tengo de soledad es muy nueva, solo tiene mi edad, por lo que, atreverme a aleccionar sobre qué es exactamente, no podría. Para cada uno la soledad es la falta de algo (normalmente personas) que valora en su vida y no lo tiene, o cree no tenerlo.
Si te sientes solo/a, prueba a decir algo que me dijo una vez un ángel de los que antes hablaba y a mí siempre me ha servido en momentos de convulsión o sensación de pérdida y, a ver qué te nace de ahí: “Estoy donde tengo que estar”.
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